Las intervenciones imperialistas de la OTAN en el siglo XXI han generado un debate que se revivifica en cada nuevo conflicto internacional. Desde Yugoslavia hasta Libia, el papel de la OTAN ha querido ser legitimado por una parte de la izquierda que "en nombre de la libertad del pueblo" ha llegado ha justificar el bombardeo y asesinato de ese mismo pueblo utilizando el eufemismo de las intervenciones humanitarias. Incluso se ha creado todo un vocabulario específico para revestir todas estas intervenciones con un halo de bondad: cascos azules, misiones humanitarias, ejércitos libres, consejos nacionales de transición, medios independientes... Toda una cortina de humo construida para impedir la observación de las reglas bajo las que se mueve la política de bloques y sus contradicciones interimperialistas, las intervenciones otanistas y los intentos de Estados Unidos por mantener la hegemonía de un mundo pretendidamente unipolar.
El documento de la organización internacionalista vasca Askapena, que publicamos en este blog hecho desde el Pueblo Trabajador Andaluz, aporta un análisis clarificador en torno a estos conflictos centrándose en los dos últimos casos, Libia y Siria. Nosotros, como comunistas, entendemos que nuestra posición ante los casos libio y sirio no puede reducirse a la dicotomía impuesta por las potencias imperialistas o las organizaciones izquierdistas que, consciente o inconscientemente, hacen el juego al imperialismo. Por eso, hoy más que nunca, urgen posicionamientos desde ópticas antiimperialistas y de clase.
Es
inaplazable fijar nuestra lectura política acerca de Libia y Siria en el marco
de las denominadas "revueltas árabes". Sin lugar a dudas estamos
frente a un escenario complejo y a su vez clave para el imperialismo en su
intento de remodelar una región imprescindible para el mantenimiento de sus
intereses estratégicos. Para ello, teniendo en cuenta el amplio debate abierto
en el seno de la izquierda mundial y de su carácter sumamente polarizado,
cuando no beligerante, tenemos antes de todo que identificar los ejes alrededor
de los cuales se enfrentan las diferentes posiciones para después asentar la
nuestra.
1. Coordenadas del debate
El
primer desafío a la hora de abordar la situación libia o siria reside en el
problema de los hechos. Saber a ciencia cierta lo que esta ocurriendo allí,
se torna especialmente complicado por dos razones:
- una razón
estructural ligada a la tergiversación, manipulación y mentira
característica del uso interesado por parte de las trasnacionales
mass-mediáticas de la “información” que en el caso de Libia y Siria está
llegando a niveles demenciales (construcción de escenarios artificiales
para rodar acontecimientos políticos ficticios).
- una razón ligada
al poco conocimiento que históricamente se ha tenido de estas regiones y
luchas (incluid@s nosotr@s) lo que implica la inexistencia de contrapartes y fuentes de
confianza directamente vinculadas al escenario en cuestión.
El
segundo problema, una vez superado el primero, reside en el problema de la
explicación de los hechos. Establecer un marco explicativo de lo que está
sucediendo, un mapa de los intereses internos y externos en juego en estos
conflictos varía según las coordenadas teórico ideológicas utilizadas por los
agentes.
Finalmente
el tercer problema, una vez superado los dos primeros, reside en el problema de
qué se hace con estos hechos explicados. Aquí de lo que se trata es de
las diferentes posiciones políticas tomadas por los agentes una vez los
hechos recabados, explicados según sus marcos teórico-ideológicos, teniendo en
cuenta las características propias de sus respectivos espacios de
intervención y de las prioridades de sus respectivas estrategias políticas.
Es decir, se puede compartir la existencia de los mismo hechos y el marco
explicativo de estos últimos sin por ello compartir una misma posición política
(hablar desde Europa no es lo mismo que hablar desde medio-oriente; hablar desde
un partido o un gobierno no es lo mismo que hacerlo desde un movimiento
popular; hablar a un pueblo conscientizado no es lo mismo que hablar a un
pueblo apático y alienado).
En
este sentido, expondremos a continuación las principales posiciones políticas
acerca de los conflictos abiertos en estos pueblos, posiciones que, por lo
tanto, derivan de:
- una determinada
versión de los hechos (existencia de bombardeos o no, existencia de
manifestaciones o no, etc.)
- una determinada
explicación teórica ideológica de estos hechos (desde posturas que ven
falso porque obsoleto utilizar la teoría del imperialismo pasando por
planteamientos donde se impone la teoría de la explotación de clase sobre
la teoría de la opresión de los pueblos, etc.)
- las
características de los agentes (partido, movimiento popular, gobierno,
etc.) y de los espacios donde intervienen (Medio Oriente, Europa, Euskal
Herria, Abya Yala, etc.).
2. Posiciones
Podemos
identificar, simplificando un poco, tres posiciones (obviando la sostenida por
los agentes directos del imperialismo) en función de las cuales definiremos
nuestra posición:
- la posición
progre occidental (basada en explicación a-clasista y a-imperialista) que
consiste en "defender el derecho a la intervención humanitaria para
salvar a los pueblos de sus respectivas tiranías"
- la posición
"izquierdista" (basada en explicación anticapitalista/clasista)
cuya lectura consiste en apoyar directamente " al pueblo en armas
contra sus respectivos regímenes capitalistas-dictatoriales" negando el
carácter antiimperialista de estos gobiernos o al menos priorizando su
carácter autoritario y capitalista, pero oponiéndose a una intervención
militar externa.
- la posición
"nacionalista revolucionaria" (basada en explicación
antiimperialista) cuya lectura consiste en apoyar directamente "a los
gobiernos antiimperialistas de un ataque interno/externo de las fuerzas
imperialistas/reaccionarias" negando la existencia de revueltas
populares (montaje) y el carácter represivo de los gobiernos, equiparándolos con los gobiernos bolivarianos.
3. Elementos para una posición de Askapena
A. Intereses del Imperialismo
Partimos
desde la base que bajo ningún punto de
vista, ni teórico ni histórico, las potencias capitalistas-imperialistas
intervienen militarmente para defender algo parecido al bienestar general, la
democracia o los derechos humanos. Nunca lo hicieron y nunca lo harán por la
simple razón de ser los principales beneficiarios de un sistema que se asienta,
a pesar de los cantos de sirenas de la ideología dominante, en una lógica de
explotación y dominación inherentemente contradictoria con los nobles valores
que dicen defender.
Partimos
desde la base que el modus operandi del imperialismo combina según las
necesidades y la correlación de fuerza:
·
a nivel económico: un
saqueo y sobreexplotación silenciosas a través de sus trasnacionales de la
fuerza de trabajo y de los recursos de los pueblos
·
a nivel político:
chantajes/ presiones/ para desestabilizar pueblos no alineados
político-ideologicamente
·
a nivel militar:
intervenciones encubiertas o abiertas (guerras de baja o alta intensidad)
·
a nivel cultural ideológico: un cínico discurso basado en el derecho de intervención
por causas humanitarias y derechos humanos
Partimos
desde la base que, en el caso concreto de los conflictos que pretendemos
analizar en esa región, el imperialismo ya había marcado posiciones
estratégicas desde septiembre del 2001 mediante las declaraciones de Wesley
Clark (general retirado del ejercito de los EE.UU y comandante supremo de la
OTAN durante la guerra de Kosovo) en la que establecía la lista de países donde
se iba a dar una intervención militar: Irak, Libia, Siria, Líbano, Somalía,
Sudán e Irán.
Finalmente
en el caso libio, esto se tradujo en la defensa de los intereses siguientes:
apropiarse del crudo de alta calidad que detiene este país y desplazar a
trasnacionales chinas activas en le territorio; desactivar el papel que seguía
teniendo Libia como impulsor económico y político de la unidad africana; por
otro, controlar e incidir políticamente en el escenario de cambio abierto en la
región tras las revueltas que sacudieron los países vecinos de Egipto y Túnez y
finalmente, introducir un enclave militar para que el AFRICOM pueda intervenir
directamente en el control del tan preciado continente africano.
En
el caso sirio, su condición de Estado no alineado con el eje
sionista-imperialista (relaciones con Irán, Hizbula, Palestina) la presencia de
importantes reservas de gas en su subsuelo, su ubicación geográfica estratégica
para el transporte de gas (gasoconducto desde
Qatar hacia Turquía) y para un posible enfrentamiento militar con las
potencias asiáticas (Rusia y China) son algunas de las principales razones que
empujan al imperialismo y sus aliados (Turquía, Qatar, Arabia saudí) a
intervenir.
B. Características generales del escenario
tunecino y egipcio
Partimos
desde la base de que en Túnez sobretodo pero también, aunque en menos medida,
en Egipto, se han dado revueltas genuinas aunque poco ideologizadas y organizadas.
Tanto los gobiernos a los que se oponían (dictaduras fantoches del imperialismo
yanqui y europeo) y el carácter popular en cuanto a extracción social y
reivindicaciones de la mayoría movilizada ("pan, libertad y dignidad
nacional") hicieron de esas rebeliones acontecimientos de carácter
histórico obligando al imperialismo a rediseñar su estrategia en la región.
Otra
cosa es que tanto de un lado como de otro, rápidamente después del
derrocamiento de Ben Ali y Mubarak, la clase dominante local junto a las
potencias imperialistas encauzaron esta rebeldía desarticulada,
institucionalizándola, cambiando algo a nivel interno (ausencia de elecciones
por presencia de elecciones) para que no
cambie fundamentalmente nada (sigue el carácter represivo y ni hablar del
modelo socio-económico que defienden tanto Nahda en Túnez como los Hermanos
Musulmanes y la junta militar en Egipto). Eso sí, hay que remarcar que a nivel
externo, la enorme simpatía que muestran las bases sociales por la causa
palestina obliga a sus respectivos gobiernos a tener posiciones no tan
alineadas con el sionismo. De hecho, muchos análisis ven en la llegada al poder
de esa fuerzas islamistas prooccidentales una nueva posible baza estratégica
para el imperialismo occidental de cara al control de la región, desplazando de
esta manera la histórica prioridad y funcionalidad (cada vez más costosa) del
Estado sionista de Israel.
De
todas formas frente a estas rebeliones parcialmente reconducidas por el
establishment, cabe recordar un hecho histórico de gran calado: que las
revoluciones (sociales y políticas) son procesos largos, con flujos y reflujos,
y que empiezan con planteamientos cortoplacistas superando poco a poco sus
contradicciones y limitaciones ganando, mediante la lucha, experiencia/conciencia
y proyección revolucionaria. Las mismísimas revoluciones rusa y cubana
empezaron por planteamientos sin gran calado revolucionario (respectivamente,
pan, tierra y paz y planteamiento soberanista pro constitución previa a
Batista). La gran diferencia es que estas reivindicaciones eran las que una
organización revolucionaria planteaba a su pueblo para interpelarlo y
progresivamente aumentar su conciencia política condición sine qua non
para desarrollar un proyecto de carácter revolucionario. En este sentido, el
proceso bolivariano también empezó con una apuesta por la tercera vía (ni
capitalismo ni socialismo) y rápidamente como respuesta a la contrarrevolución
escuálida (golpe, paro petrolero, etc.) tuvo que asumir que el proceso sería
socialista o no sería.
Como
ejemplo que nos puede ayudar a hacer un análisis pormenorizado de las
rebeliones tunecinas y egipcias, tomemos el caso argentino de rebelión popular
del 2001 (con sus asambleas barriales, piquetes, fábricas recuperadas, derrumbe
del bipartidismo, etc.) ya que también carecía de una conducción política
organizada. Estas movilizaciones de masas, si bien a nivel político económico
no implicaron un cambio cualitativo, a nivel subjetivo dieron lugar a una
generación nueva de militantes estableciendo un nuevo paradigma ideológico
desde donde pensar la política. No es mucho, pero claramente fue un punto de
inflexión en la historia de la lucha del pueblo trabajador argentino. De la
misma manera, en Túnez y en Egipto estamos frente a un acontecimiento donde se
ha sembrado mucho pero todavía no se ha cosechado gran cosa. Lo que está claro
es que el avance a nivel subjetivo (capacidad organizativa y conciencia
política) abre nuevas posibilidades en la lucha de estos pueblos.
C.
Características generales del escenario libio y sirio
Finalmente,
partimos desde la base que tanto el antiguo gobierno libio y actual gobierno
sirio (al igual que el antiguo gobierno iraquí) tuvieron a lo largo de su
historia caracteres sumamente contradictorios (que se agudizaron en la última
década) que ni permiten equipararlos con la apuesta radicalmente transformadora
de los gobiernos bolivarianos ni tampoco
con los gobiernos fantoches hegemónicos en esta zona (gobierno caído de Túnez,
Egipto y las actuales monarquías reaccionarias proimperialistas de marruecos,
Arabia saudí y Qatar por ejemplo).
Estamos
hablando de gobiernos con un notable apoyo popular que combinan a nivel interno
claras medidas de corte social con un alto grado de autoritarismo y represión (
"Estado de excepción" declarado desde 1963 hasta 2011 en Siria) y a
nivel externo apuestas no alineadas con los intereses del imperialismo
yanqui-europeo. Si el gobierno de Gadafi
a nivel geopolítico había perdido gran parte de su peso antiimperialista, el
caso sirio es un claro ejemplo de un gobierno que más allá de su apuesta
neoliberal de la última década (fomentando la privatización e
inversión/intervención del capital trasnacional) seguía con un peso geopolítico
clave en el eje antisionista/antiimperialista de la región. Su apoyo a Irán,
Hezbollah y a la causa palestina es prueba de ello. El apoyo que recibe por
parte de Rusia y China se debe principalmente a intereses geoestratégicos de
estas dos potencias basado en los recursos petroleros y gas de la región, en la
salida al mar mediterráneo (base naval Tartuss) que le provee a rusia y
finalmente en el hecho de que sea una zona geográfica tapón que frena la
presencia militar yanqui-europea cerca de estas dos potencias asiáticas.
Ahora
bien, está claro que más allá del cierto bienestar socio-económico asegurado
por los gobiernos sirio y libio, razones no faltan para manifestarse y exigir
cambios. Eso sí, que haya razones para ello (y de hecho las hay hasta en los
pueblos más avanzados en su proceso de liberación) no implica que éstas sean
la razones que hayan empujado a la gente a manifestarse. Aquí como allá,
las movilizaciones, concentraciones, etc. no son de por sí de carácter
emancipatorias. Depende de quién se manifiesta y sobre todo para qué
(denunciar los recortes y las detenciones no es lo mismo que pedir la
ilegalización del aborto o de una organización política revolucionaria...). La
historia de la lucha de clases está plagada de ejemplos en los que los sectores
populares junto a la clase media atemorizada y alienada salen a la calle con
reivindicaciones claramente prosistémicas cuando no reaccionarias.
Yendo
un poco más lejos podemos no solamente asumir que razones hay y hubieron para
manifestarse sino que sin duda, algunas de ellas fueron y son presentes en las
movilizaciones buscando un verdadero cambio en clave emancipatoria (aunque
carezcan de organización y estrategia unificada). En el caso sirio, desde estos
parámetros solo algunas fuerzas políticas tratan de incidir de forma organizada
pero a duras penas en este convulso escenario: la Coordinadora Nacional para el
Cambio Democrático conformada por partidos y organizaciones de izquierdas con
representación en el interior del país: entre ellos el Partido Árabe Socialista
Democrático, el Partido Comunista del Trabajo Sirio, el Baaz Democrático Árabe
Socialista, la Coalición de Izquierda Marxista o el Partido de la Izquierda
Kurda en Siria.
Dicho
esto, igual de cierto es que la mayoría de las manifestaciones tanto en Libia
como en Siria fueron finalmente encauzadas cuando no directamente impulsadas
por agentes externos e internos que apostaban por un cambio de régimen en clave
proimperialista y reaccionaria. La composición de los insurgentes libios y la
situación desastrosa (político económica) post agresión en Libia, para no
hablar de la de Irak, es prueba de ello. La composición de determinados
sectores de la oposición atrincherados en el Consejo Nacional Sirio y en la
reciente coalición opositora patrocinada por EE.UU y Francia o en el
autodenominado Ejercito Libre Sirio además de fomentar o practicar métodos de
lucha despreciables (asesinatos en masas, torturas, violaciones, etc.) piden ya
oficialmente un intervención militar además de la ya oficial entrega de
armas/asesoramiento y envío de mercenarios por parte de la OTAN y estados del
golfo (Arabia saudí y Qatar). El proyecto político que defienden combina
liberalismo económico (es decir capitalismo en su faceta neoliberal) con un
conservadurismo reaccionario político-cultural.
De todas formas, no es de gran importancia saber
a ciencia cierta si fueron manipuladas desde el inicio o fueron enseguida
desvirtuadas (el imperialismo se ha lucido a lo largo de su existencia en las
dos tácticas) ya que la conclusión es la misma: la oposición y los grupos armados
tanto en Siria como en Libia están hegemonizados por sectores internos y
externos que no pretenden bajo ningún concepto favorecer los intereses de los
pueblos trabajadores implicados y ni hablar de los intereses de los otros
pueblos de la región.
4. Posición de Askapena
Estos son a grandes rasgos los hechos explicados
en base a nuestro planteamiento teórico ideológico. Un planteamiento ideológico
que asume la teorías de la explotación capitalista y de la dominación
imperialista y por lo tanto se opone frontalmente a la posición numero 1
"progre occidental".
Por otro lado un planteamiento teórico-ideológico que se niega a situar el problema de la emancipación de los pueblos
trabajadores en el marco reduccionista
de la explotación de una clase trabajadora mundial por una burguesía mundial ya
que esta explicación deja de lado el papel, cuando no la existencia, de los
pueblos como realidades diferenciadas dotadas de una historia propia de lucha,
y de una inserción geográfica y económica y por lo tanto geopolítica singular.
En este sentido nos apartamos de la explicación en la que se asienta la
posición 2 "izquierdista"
Finalmente
un planteamiento teórico-ideológico que se niega a situar el problema de
la emancipación de los pueblos trabajadores en el marco reduccionista de la opresión de un pueblo por otro ya que esta
explicación deja de lado las contradicciones internas de clase presentes en
cualquier pueblo. En este sentido nos apartamos de la explicación en la que se
asienta la posición 3 "nacionalista revolucionaria"
De ahí
nuestra posición que combina elementos de la segunda y de la tercera (la
primera,la “progre”, siendo en el mejor de los casos de una ingenuidad
intolerable y en el peor de un cinismo proimperialista a combatir):
"el imperialismo consiste justamente en la
articulación de relaciones de explotación de clase y de opresión nacional. El
imperialismo no es la opresión de un pueblo por otro, ni la explotación por
parte de una burguesía mundial de una clase trabajadora mundial. El imperialismo
es la cristalización de las relaciones de poder asimétricas que atraviesan un
mundo divido en clases (explotadoras y explotadas) y pueblos (oprimidos y
opresores)."
Por lo tanto, al igual que en Irak, nuestra
posición con respecto a libia y siria pasa por denunciar la intervención
militar que ésta sea abierta o encubierta sin caer en la trampa de caer en
elogios acríticos para con sus respectivos gobiernos ni tampoco equipararlos a
los agentes del imperialismo (como si fuera un conflicto interimperialista).
Tenemos que ser muy cuidados@s a la hora de marcar posición política ya que
intervenimos en un contexto donde la correlación de fuerzas en general e
ideológica en particular juega en nuestra contra. Bien a nuestro pesar todas
nuestras posiciones tienen que jugar con un contexto adverso, saturado del
discurso enemigo y con muy pocos recursos para contrarrestarlo. En este sentido
tenemos que ser muy precavid@s para que nuestras buenas intenciones no sean
malinterpretadas, tergiversadas y se vuelvan en nuestra contra o peor aun en
contra de los procesos o sectores en lucha que defendemos.
Además, nuestro condición de movimiento popular
que trabaja para la liberación de su pueblo desde el internacionalismo nos
obliga a priorizar determinados aspectos de cada conflicto de cara a alimentar
eficazmente la construcción de una Euskal Herria internacionalista. En algunos
casos ponemos el énfasis en el modelo
alternativo que construyen determinados pueblos y gobiernos (Cuba, Venezuela,
etc.) y en otros casos al estar involucrados gobiernos que no encarnan
verdaderas alternativas políticas emancipatorias nos limitamos a denunciar los
ataques que sufren por parte del imperialismo reivindicando el derecho del
pueblo atacado a resolver soberanamente sus problemas políticos internos sin
injerencia alguna.
Por lo tanto el mejor aporte solidario que le
podemos brindar al pueblo trabajador sirio y a las pueblos de la región en la
coyuntura actual es redoblar esfuerzos de cara a la concientización de nuestro
pueblo en la denuncia del imperialismo en todas sus modalidades de
intervención, con un especial énfasis en remarcar el papel del imperialismo
español y francés encuadrados en la OTAN que ni aquí ni allá respetan los
derechos fundamentales individuales y colectivos de los pueblos trabajadores.
Llevando acabo este tipo de denuncia aportaremos a corto plazo un granito de
arena más en el intento de frenar el imperialismo en esta región, y a largo
plazo estamos alimentando la construcción de una Euskal Herria antiimperialista,
internacionalista componentes fundamentales para la consecución de nuestro
objetivo estratégico.